domingo, 26 de abril de 2009

De A a B

Sinceridad forzada.
Melodías nocturnas
descienden en un mar
de humo, efluvios.
Lanzo mil palabras.

De pensamientos
repleta la mente.
Playas de cemento.
Áridas, inalterables,
oscuras, artificiales.

Razones de peso
de un pesado, sopeso.
La masa del viento
gravita alrededor 
de un momento incierto.

Me desplazo
como el frío en la nuca.
Seguro, lento, 
certeza de conocimiento
del final del cuento.

Piedra en el camino.
Sin tropiezo, rodeo.
Arrojo de mi mismo
en un espacio de tiempo
de A a B, segmento.

Me mantengo, tiemblo,
en un balanceo,
la cicatriz muestro,
a quien quiera verlo
con ojos glaucos, serenos.

viernes, 24 de abril de 2009

Reconstrucción

Azul, naranja y blanco.

Es todo lo que se puede ver en la piscina climatizada en la que nado casi a diario. Algún verde ocasional se cuela en forma de manguera o cartel en alguna que otra pared, pero casi todo es azul.

Azul y silencio. 

Se escucha el sonido del agua como una constante sólamente rota en escasos momentos por una risa ocasional o algunas palabras sueltas.

Se trata de una quietud total, como si dentro se parase el tiempo y el mundo quedase olvidado en un recóndito escondrijo a miles de kilómetros.

Y allí estaba yo, recuperando algo de respiración después de algunos largos, cuando vi algo.

El silencio tan sepulcral que invade la piscina no impide la comunicación. Hay miradas que lo dicen todo. Y en ese momento había muchas de ese tipo.

Seguí la trayectoria de la línea de visión de varias personas para darme cuenta que tenían la vista fija en una familia que acababa de entrar en la sala desde los vestuarios. Una familia normal, con la única peculiaridad de su color de piel. Eran negros.

Todo normal pensé. Pero volví a mirar a la gente de mi alrededor y vi que los ojos, en la mayoría, reflejaban primero curiosidad y luego incomprensión y rechazo, rompiendo esa situación de paz que envuelve a la sala.

Pensé: en el año 2009, ¿a estas alturas la gente todavía mira así?¿aún existe esta intolerancia?¿cómo cojones puede la gente ser de esa manera?

La familia era totalmente ajena a esas miradas, no se habían dado cuenta (lo cual me cabreó, aún más). El padre había entrado en la sauna y los niños jugaban en el agua.

Estaba indignado, sentía rencor hacia esas miradas intransigentes. Y cuando estaba saliendo de la piscina por el cabreo algo cambió.

Uno de los niños se había acercado a una señora de unos cincuenta años, que estaba sentada en un banco secándose, para preguntarle si había visto a su padre. La mujer, con una sonrisa espléndida que irradiaba sinceridad, le cogió de la mano y le acercó hasta la sauna de donde el padre salía justo en ese momento. El padre le agradeció el gesto y la mujer se marchó dedicándole otra sonrisa a ambos.

De repente, el rencor que sentía hacia las miradas incomprensivas se diluyó y me vi a mi mismo unos instantes antes mirando a esas personas de la misma manera que tanto criticaba.

Quizás yo sólo quería ver esas miradas para poder luchar contra ellas, contra algo, aunque no existiesen y sólo fuesen una percepción. Contra unos prejuicios que yo mismo estaba creando para, quizás, probarme a mi mismo. 

La intolerancia es un círculo vicioso que se retroalimenta. Y esa mujer lo rompió en unos segundos. 

Y empecé a fijarme en otras cosas:

Un niño le contaba a su padre orgulloso cuanto había nadado mientras éste secaba su pelo, dos amigos charlaban tranquilamente y reían por algún chiste, un chico ayudaba a una señora mayor a salir con esfuerzo de la piscina, una chica le prestaba sus gafas de buceo a una amiga que las había olvidado, ...

La vida no es blanca, ni negra, ni gris siquiera. 

Es toda una infinita paleta de colores.

Todo depende de los ojos con los que la mires.





miércoles, 22 de abril de 2009

En la esquina del olvido

En la esquina del olvido
asienta el tiempo
y remansan penas.
Invisibles cadenas
tras un fiel cerbero
condenado y proscrito.

En la esquina del olvido 
también reposa él.
Mudo, cojo y tuerto.
Sordo olor a vino
que ignora su mecenas,
camello y drogadicto.

En la esquina del olvido 
la música despliega
alas entre el gentío.
Frente a corazones esquivos,
cerebros invernales
y aséptico consumismo.

En la esquina del olvido
brilla un sol deslucido.
Faro de Alejandría.
Llave y candado.
Azul y rojo enlazados.
Sirenas cantan: ¡Policía!

En la esquina del olvido
todo tiene cabida.
Es, será y ha sido.
Almas marcadas de por vida,
al destierro destinadas,
a la cara escupidas.

En la esquina del olvido
reza en metal bruñido:
"Avenida del dolor".
Y cuarenta noches
navegando y perdido
he probado su sabor.

Ahora la esquina soy yo.

sábado, 18 de abril de 2009

Tan despacio

Hace ya tiempo...



Tan despacio: 

Son mis lagos de locura 
y me sumerjo 
pasan días sin un cambio, 
ni recuerdos 
paso a paso 
se diluye 
mi presente 
mi reflejo se divierte, 
asiente. 

mi tortura es el silencio 
aunque grite 
mientras tiemblo 
consagrándome 
a mi templo. 
Es temprano para el sueño 
y muy tarde para cuentos. 


se estremece el viento 
crujen ramas 
árbol incierto 
en que recuesto 
mi cabeza cansada 
repleta de palabras 
que descargan balas 
en el fondo 
de mi cara. 

Y se va la vida, 
el futuro se me escapa 
abate sus alas. 
Mi sonrisa es furtiva 
como es tu alma, amiga. 
Mejor callo que hablar 
sin decir nada 
pues el cantar es etéreo 
como sol de la mañana. 


Despacio, todo va despacio 
y se para el tiempo 
observando mi pasado 
entreveo mis victorias 
y fracasos. 
y pensar que piensas 
que no pienso 
el decirte 
que te quiero. 
sin decirlo espero 
por creer que si hiero 
caerá mi mundo entero. 

Con los pies desnudos 
y la cara junto al suelo 
de rodillas desespero 
por no verte si en deseos 
te destrozo los dos labios 
entre besos dislocados 
sin romperlos 
que te rompas 
sonriendo 
muy despacio. 

Tan despacio...

viernes, 17 de abril de 2009

Capítulo 7: Maenam


... Madrugada. Alguien se sienta en un sillón, la gente baila a su alrededor de forma frenética. Una luz le destella. Se encuentra exhausto...

... una persona se le acerca, lo agarra y empuja, le recrimina, no entiende...

... se escucha un grito... las luces se difuminan...

... un gato negro cruza la habitación, dos ojos amarillos relucen en la penumbra, otro gato famélico sigue sus pasos...

... frente a él un muro. Ramas, flores blancas se abren paso a través de los ladrillos desmoronándose...

... una hora... el agua comienza a fluir... una hora... una hora...


¡DESPIERTA!

miércoles, 15 de abril de 2009

Capítulo 6: A song for...



5 meses antes...


Beep... beep.... beep... beep...

Una opresión en el pecho.

- ¿Diga?

- ¿Tío? ¿Qué haces un sábado dormido a las ocho de la tarde? Mira que eres raro... Bueno chaval, te llamaba para decirte que hemos quedado todos para tomar algo esta noche.

- Joder vaya puto susto... ¿Quiénes vais?

- ¿Cómo que quiénes? Pues todos, ¡quiénes van a ser!, tus amigos de toda la vida.

Silencio.

- Bueno, lo dicho, a las once donde siempre. Anímate joder, que va a estar bien. Además, Ariadna ha llamado a una amiga suya para que venga. Así que arréglate, que vas siempre hecho un pordiosero.

Silencio.

- Nos vemos ¿vale? Hasta luego.

- Adios.

Otro beep, ahora el de la línea interrumpida. 

- Un día de estos mando el móvil a la puta mierda... Me despierta y encima me pone de pordiosero, hay que joderse...

La ventana y la puerta cerradas, la persiana desplomada dejando pasar rendijas de luz, un ambiente semioscuro cargado de olor y sudor. Ese despertar tan extraño en el que no se sabe si se está soñando o en vigilia, vivo o muerto.

Fue al baño refunfuñando y se plantó frente al espejo.

Lo cierto es que no tenía buena cara. Las ojeras, la barba dejada, el pelo enmarañado. 

Cada vez más delgado.

Desde que...

Se metió en la ducha. Minutos de paz. Vuelta a la realidad.

El armario aún más vacío que las paredes de su habitación.
Los mismos vaqueros rotos de siempre, cualquier camiseta, zapatillas de hace unos años.

Total, ¿acaso marca la diferencia arreglarse más o menos?¿Vestirse de tal o cual manera? ¿De verdad alguien le presta atención a estas cosas? 

No podía dejar de pensar en eso mientras preparaba la cena: algo de pasta, manzana, nueces, orégano. Suave. La llamada le había quitado el poco hambre del que la falta de sueño le privaba casi totalmente.

No le apetecía salir. Y mucho menos tener que entablar conversación con una desconocida, con la que Ariadna, como no, había quedado con la intención de que congeniasen.

- ¡Vaya!  ¡Al final has venido! Si te soy sincero no pensaba que fueses a aparecer - dijo Marc.

- Pues aquí estoy, ya ves...

- No es para tanto ¿verdad? - dijo Edie sonriendo.

- Pues no sé que decirte, sinceramente.

- Un poco más de espíritu ¿no? Venga, te invito a la primera. 

El mismo bar de siempre. La misma gente, la misma sonrisa falsa de la camarera al pedir la misma pinta de cerveza. El mismo cambio, las mismas caras sentadas frente a él con disimulada preocupación. La misma conversación banal de siempre: el último reality show donde gilipollas se dedican a hacer de si mismos, trabajo, fútbol, compras, trabajo, otro chinchorreo, trabajo, etc. Todo igual.

Excepto la desconocida, sentada entre Ariadna y Marc. Nora o Norma, no había entendido bien su nombre, no hablaba, simplemente se dedicaba a mirar y sonreir. Le sonaba de algo, quizá fuese de esas caras que se reconocen en muchas personas. Rasgos comunes y ese tipo de historias.

La conversación se había convertido en una pequeña discusión en la que Marc y Ariadna se habían enzarzado alzando la voz más de lo normal. Todo el bar estaba pendiente de ellos. 

Había notado que sus piernas, ya de por si inquietas, habían acelerado su ritmo incansable, el tamborileo de sus dedos sobre la mesa era más evidente, incluso estaba sudando aunque la calefacción del bar no estaba encendida.

No sabía que le pasaba. Lo único que podía ver era a la desconocida sonriéndole.

Visión borrosa, una dolor machacante en la sien acrecentado por el ruido de la conversación.

Ella mirándole.

Naúseas. Comenzaba a marearse.

¿Qué había cambiado?

¿La cena? No, no estaba en mal estado.

¿El ruido? No era para tanto.

El calor era asfixiante.

Seguía mirándole, ahora con preocupación en su semi-conocido rostro.

¿Ella?

¡Ella!

Si, era ella.  Tenía que ser ella. Ella era la variante dentro de lo habitual.

Ella le incomodaba.

Y no sabía por qué.
  


lunes, 13 de abril de 2009

Capítulo 5: Hurt



Acababa de despertar.

Sus ancianas rodillas crujieron al flexionarse para ponerse en pie. Hacía mucho que se había acostumbrado a ese lastre, a ese dolor punzante que lo aquejaba desde varios años atrás.
No había opuesto resistencia al avance de su artrosis, ni siquiera seguía el tratamiento que su médico le había aconsejado.

Simplemente lo había aceptado con estoicidad, como tantas cosas en su vida. Era una cicatriz más en su castigado pero aún vigoroso cuerpo.

Tras rehacer la cama y dejar la cafetera en marcha preparando su café solo, como hacía todos los días con puntualidad británica, salió a la cubierta del barco.

Cada cierto tiempo, cada vez se convertía en algo más frecuente, dejaba la ciudad en la que había nacido, vivido y casi muerto, para regalarse unos días en el mar, aislado. Donde todos los fantasmas se hunden en las profundidades por el peso de la cadena y la bola de metal que arrastran.

Aún así los pensamientos y reflexiones seguían acudiendo a su mente, no con carácter negativo o positivo, sino neutros, con la sabiduría de quien lo ha visto pasar practicamente todo por delante suya en la vida.

Como en ese momento, en la cubierta de su velero con la mirada clavada en la playa, donde probablemente algún joven estuviese practicando su carrera diaria junto a la orilla. 

Hacía tanto tiempo que había olvidado qué era correr...

miércoles, 8 de abril de 2009

You Are Stellar


El aire escapa

Unos milímetros, 
algo tan minúsculo. 
Difícil de creer, 
pero cierto. 

Curva infinitesimal, 
que apenas existe. 
Que se diluye 
en verde mar. 

Tan tenue minucia... 
para muchos oculta 
sin esconderse. 
Te asfixia. 

Golpea directa, 
a los pulmones. 
El aire escapa 
y lo atrapa. 

Lo devuelve, 
lo refleja 
lo engrandece. 
Sólo ella.