viernes, 6 de noviembre de 2009

Reseña: Cuchillo

CUCHILLO - CUCHILLO






INFO:

Componentes: Israel Marco (guitarra / voz), Daniel Dominguez (batería / percusión).

Año de publicación: 2008.

Discográfica: www.sinnamonrecords.com

Myspace: http://www.myspace.com/cuchillo


Tracklist:

1.Come With Me
2.Summertime In Sweden
3.It Will Be Ok
4.Estricta Libertad
5.Breathing Again
6.The House
7.Grauen
8.Cuando Te Canto
9.To Come Back
10.Behind
11.Black & White Numbers






¿Riffs enlodazados directos a la yugular? ¿Dobles bombos frenéticos? ¿Voces guturales salidas de un abismo infernal?

Flaco favor se hicieron los barceloneses Israel Marco (guitarra / voz) y Daniel Dominguez (batería / percusión), los componentes de Cuchillo, cuando eligieron nombre para su proyecto musical pues hace pensar en una banda true de metal añejo y no en el combo de pop de bajas pulsaciones con toques indies y de folk psicodélico y largos desarrollos instrumentales, que es el caso que nos ocupa.

Se puede pensar que su tratado musical no es algo novedoso o sorprendente pues las influencias siempre están presentes y se pueden buscar símiles más o menos acertados, véanse Jeff Buckley en el estilo de su guitarrista y en el gusto por los acordes abiertos y sonoros, Templeton y por añadidura Los Planetas más contemplativos, unos tranquilos The Sunday Drivers o los eternamente nombrados The Beatles de cuyo influjo es imposible escapar, aunque eso si, en este caso en su vertiente más experimental, a lo Sgt. Pepper para que nos entendamos.

Aunque evocador en las distancias cortas, este cóctel sonoro, y a la postre su debut, en el que las melodías vocales se tornan sencillas y sin artificios y van cogidas de la mano de las guitarras en un sosegado paseo, cuando el recorrido es largo puede llegar a hastiar por la tendencia del grupo a caer en el ensimismamiento y la autocomplacencia.

Además, cuando se apuesta por la austeridad sonora, como es el caso, las canciones deben ser muy inspiradas para mantener la atención del oyente durante todo el trayecto. Y si bien más de un corte del LP raya a un gran nivel, (ahí están Estricta libertad, Breathing again, Come with me y los bellos interludios instrumentales Gauren y It will be ok) el ritmo del CD es plano sucediéndose los temas con gran parecido entre si, tanto en tempo como en concepto.

Quizá tenga algo que ver con lo anterior el hecho de que las melodías ensoñadoras que desprenden las guitarras sean el único motor de Cuchillo pues se hecha en falta una mayor presencia del sector rítmico del grupo, algo que también se puede achacar a una producción ciertamente modesta. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, y esto les confiere una personalidad difícil de encontrar en otros grupos noveles.

Y es que aunque haya resaltado los aspectos más débiles del disco, entiéndanse mis palabras como crítica constructiva, se trata de un trabajo altamente disfrutable y de un grupo al que seguir la pista muy de cerca y al que cuidar pues ofrecen una forma de ver la música poco común en nuestro país.


Nota: 70/100

sábado, 19 de septiembre de 2009

Haiku







Hojas volando
agua del ayer, aire,
bosque en calma.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Resistencia


Cuando crees que ya lo has escuchado todo y nada puede sorprenderte llega algo tan brillante...


domingo, 16 de agosto de 2009

Thrice - Beggars





EL VEREDICTO (SEPTIEMBRE) : Thrice - Beggars



¿Cómo superar algo tan ambicioso como su último disco hasta la fecha, The Alchemy Index?

Es la pregunta que todos nos hacíamos después de que Thrice, o lo que es lo mismo, Dustin Kensrue (voz y guitarra), Teppei Teranishi (guitarra, teclados y voces), Eddie Breckenridge (bajo y voces) y su hermano Riley Breckenridge (batería), sorprendieran a propios y extraños con aquella mastodóntica obra inspirada en los cuatro elementos clásicos griegos.

Pues bien, dos años después de la edición del cuádruple EP, no parece que el interrogante les haya importado a la hora de crear su nueva obra, Beggars. Pues se podría decir que este es su disco “pop”. Y digo pop en cuanto a que toda la técnica, los riffs y los individualismos desplegados en sus anteriores referencias están en Beggars al servicio de la canción. También pop pues es una colección de canciones que ejemplifican de la mejor manera posible lo que Thrice son en este momento. Una banda sin barreras estilísticas que ha creado un sonido propio.

Y es que en Beggars encontramos las radioheadianas y reminiscentes de Water, Circles y The Great Exchange; los toques bluesys de Earth en The Weight y Beggars, el tema que da nombre al álbum con un final desgarrador en el que Kensrue brilla con luz propia; incluso atmósferas ensoñadoras como las de Wood & Wire.

Sin embargo, si algo define este LP es la lucha entre la vertiente más dura de Thrice (All The World Is Mad, Talking Through Glass, At The Last) y la más delicada, la batalla por el protagonismo entre las guitarras que remedan teclados y viceversa. Y es precisamente en los momentos en los que ambas facetas se entremezclan a la perfección cuando Thrice consiguen los “highlights” del disco: In Exile, uno de los mejores temas que hayan escrito, Doublespeak, con un estribillo memorable, y The Weight, demostrando que no todas las canciones de amor tienen que caer en manidos tópicos.

Quizás no sea el mejor disco de Thrice, ni el más recordado o el que los saque del estatus de banda de culto en el que parecen estancados. Pero algo es seguro, dentro de unos años cuando alguien me pregunte a que suena Thrice yo le recomendaré Beggars.

Nota: 85/100

jueves, 30 de julio de 2009

El sueño de una noche de verano








Se llamaba "El Oyente".


Siempre sentado frente a un escritorio con la cabeza gacha y la mente inmersa en los folios frente a él.

A su derecha un teléfono y un cenicero donde apagaba sus cigarros. Su único vicio.

A la izquierda una acumulación cada vez mayor de anotaciones formando una pila de hojas.

Siempre había tenido una buena capacidad para escuchar, era una especie de don que aceptaba con resignación, pues suponía una carga en ocasiones demasiado pesada.

Mucha gente le consultaba por diversas razones y El Oyente les asistía con su conversación.
Su fama creció de tal manera, debido a su efecto terapeútico, que el teléfono no paraba de sonar y eran pocas las veces que alzaba siquiera la vista.

Cogía el teléfono, escuchaba, tomaba nota, colgaba, colocaba el informe sobre los demás, y nueva llamada.

En los pocos momentos de respiro de los que disfrutaba miraba su cuadro favorito colgado en la pared en frente del escritorio. Podría pasarse la vida apreciando todos sus matices y aún así se le escaparían detalles.

Sin embargo algo le obstruía esa visión, una fila de gente se disponía frente a su escritorio, silenciosos, simplemente quietos.

La gente que le quería.

Pero nunca hablaban, él los miraba en esos preciados momentos, pero siempre pensaba: "lo primero es lo primero". Y atendía a las incesantes llamadas.

Y así pasaron los años y con su paso era menos consciente de que frente a su escritorio cada vez había menos personas. Tan absorbido estaba por su trabajo. Las miradas pasaron a ser fugaces y despreocupadas.

Pero el paso de los años también tuvo efecto sobre su cuerpo y su oído, en otros tiempos magnífico, también sufrió el proceso de envejecimiento.

Comenzó con un pitido molesto para, progresivamente, ir perdiendo la audición. Igual perdía con un goteo constante a las personas frente a él.

Evidentemente empezó a afectar a su tarea, de forma que cada vez menos gente recurría a él para resolver sus problemas, hasta tal punto que nadie volvió a llamar a su teléfono. Su fama desapareció tal como llegó.

Le sorprendió que no le afectase este hecho. Una vida consagrada a ello y no le había importado lo más mínimo desprenderse de esa carga.

Libre de esa obligación alzó la vista para disfrutar de su adorada pintura pero se encontró con una enorme pila de papel que no le dejaba ver.

Así que, por primera vez, y no sin esfuerzo, se levantó de su asiento poniendo de manifiesto su encorvada figura, deformada por el arduo lastre de su vida.

Una sola figura quedaba en pie frente a su escritorio.

Del mismo modo que su oído había perdido sus facultades su vista se encontraba emborronada con un halo grisáceo. Por tanto tuvo que acercarse para poder reconocerla. Todas sus articulaciones crujieron a cada paso hasta que estuvo frente a ella.

Ella estaba sonriendo con una felicidad deslumbrante.

Siempre lo había querido y era la única persona a la que El Oyente había correspondido en ese sentimiento en toda su vida. Nunca había tenido la oportunidad de decírselo, pues "lo primero era lo primero", pero en sus fugaces miradas siempre le dedicaba más tiempo a ella que a los demás

El Oyente alargó sus cansadas manos para acariciar la cara de ella pero al mínimo contacto ésta comenzó a difuminarse y fundirse con el aire que la rodeaba.

Eran las cenizas de un amor pasado, de otra vida.

Flotando en el aire de la habitación.

Encontrando su camino a través de la ventana abierta con vistas al mar.

En ese momento, con las rodillas hincadas en el suelo, una lágrima nació de los ojos cansados del Oyente bañando los surcos de su rostro para siempre.

miércoles, 22 de julio de 2009

Cuatro historias






La marcha pesarosa, invisible carga.
El pelo enmarañado, mar de canas.
Tu rugido se apagó en silencio.

Y los lobos contraatacan. Recto.
Sin ruta de escape, sin alas.
Plantas cara, quieto, intenso.

Cada surco cuatro historias
y muchas otras por contar.
Cuanta vida vista, cuanta soledad.

Tanta pena ante tus ojos,
cuanta hubiste de pasar.
Tantos sueños por soñar.

Pero no temas al olvido, amigo.
Tuyo fue el mejor regalo:
tus pasos allanan mi camino.

lunes, 29 de junio de 2009

Bon Iver


Sold my cold knot
A heavy stone
Sold my red horse for a venture home
To vanish on the bow --

Settling slow

Fit it all, fit it in the doldrums
(Or so the story goes)
Color the era
Film it's historical

My mile could not
Pump the plumb
In my arbor 'till my ardor
Trumped every inner inertia

Lump sum

All at once
Rushing from the sub-pump
(Or so the story goes)
Balance we won't know

We will see when it gets warm

viernes, 15 de mayo de 2009

Supernovas

Esto va de caminar
y patear la tierra.
Aferrarse a esquinas
y doblar cada recodo.
De palmadas y suspiros.

Va de fragancias de otoño.
De castaños y manzanas.
De abrazos rotos, besos
invisibles, compungidos.
De polvo y migajas.

Va de atardeceres,
de soles que huyen
y lunas a la espera.
De hojas, bancos y faroles,
de bicicletas en aceras.

De una barca y una vela.
De rumores oceánicos.
De mis ojos encendidos.
De tu piel infinita,
flor que no marchita.
De dos pájaros que vuelan
y de surcos en la arena.
De una cala solitaria.
De un salto al vacío.
De un choque de dientes
en un suelo seco y frío.
De supernovas emergentes.

De "tu y yo indecisos".
y el miedo robando el cielo.

De lo que no fue 
pero pudo haber sido.

martes, 12 de mayo de 2009

Canta


Sing when you're happy
Let your voice be more than this
Let your soul
Be more than only you can be

'Cause it's a dream, along the way
we can be, just what we meant

Everything shining brightly
Wake your hopes and dreams asleep
Take the easy way to anywere you need

Sing when you're happy
Let your voice be more than this
Let your soul
Be more than only you can be
Sing when you're happy
Take this song and let it breathe
See the beautiful in everything you see

Open up your eyes
Fill your world with light
I am on your side

domingo, 26 de abril de 2009

De A a B

Sinceridad forzada.
Melodías nocturnas
descienden en un mar
de humo, efluvios.
Lanzo mil palabras.

De pensamientos
repleta la mente.
Playas de cemento.
Áridas, inalterables,
oscuras, artificiales.

Razones de peso
de un pesado, sopeso.
La masa del viento
gravita alrededor 
de un momento incierto.

Me desplazo
como el frío en la nuca.
Seguro, lento, 
certeza de conocimiento
del final del cuento.

Piedra en el camino.
Sin tropiezo, rodeo.
Arrojo de mi mismo
en un espacio de tiempo
de A a B, segmento.

Me mantengo, tiemblo,
en un balanceo,
la cicatriz muestro,
a quien quiera verlo
con ojos glaucos, serenos.

viernes, 24 de abril de 2009

Reconstrucción

Azul, naranja y blanco.

Es todo lo que se puede ver en la piscina climatizada en la que nado casi a diario. Algún verde ocasional se cuela en forma de manguera o cartel en alguna que otra pared, pero casi todo es azul.

Azul y silencio. 

Se escucha el sonido del agua como una constante sólamente rota en escasos momentos por una risa ocasional o algunas palabras sueltas.

Se trata de una quietud total, como si dentro se parase el tiempo y el mundo quedase olvidado en un recóndito escondrijo a miles de kilómetros.

Y allí estaba yo, recuperando algo de respiración después de algunos largos, cuando vi algo.

El silencio tan sepulcral que invade la piscina no impide la comunicación. Hay miradas que lo dicen todo. Y en ese momento había muchas de ese tipo.

Seguí la trayectoria de la línea de visión de varias personas para darme cuenta que tenían la vista fija en una familia que acababa de entrar en la sala desde los vestuarios. Una familia normal, con la única peculiaridad de su color de piel. Eran negros.

Todo normal pensé. Pero volví a mirar a la gente de mi alrededor y vi que los ojos, en la mayoría, reflejaban primero curiosidad y luego incomprensión y rechazo, rompiendo esa situación de paz que envuelve a la sala.

Pensé: en el año 2009, ¿a estas alturas la gente todavía mira así?¿aún existe esta intolerancia?¿cómo cojones puede la gente ser de esa manera?

La familia era totalmente ajena a esas miradas, no se habían dado cuenta (lo cual me cabreó, aún más). El padre había entrado en la sauna y los niños jugaban en el agua.

Estaba indignado, sentía rencor hacia esas miradas intransigentes. Y cuando estaba saliendo de la piscina por el cabreo algo cambió.

Uno de los niños se había acercado a una señora de unos cincuenta años, que estaba sentada en un banco secándose, para preguntarle si había visto a su padre. La mujer, con una sonrisa espléndida que irradiaba sinceridad, le cogió de la mano y le acercó hasta la sauna de donde el padre salía justo en ese momento. El padre le agradeció el gesto y la mujer se marchó dedicándole otra sonrisa a ambos.

De repente, el rencor que sentía hacia las miradas incomprensivas se diluyó y me vi a mi mismo unos instantes antes mirando a esas personas de la misma manera que tanto criticaba.

Quizás yo sólo quería ver esas miradas para poder luchar contra ellas, contra algo, aunque no existiesen y sólo fuesen una percepción. Contra unos prejuicios que yo mismo estaba creando para, quizás, probarme a mi mismo. 

La intolerancia es un círculo vicioso que se retroalimenta. Y esa mujer lo rompió en unos segundos. 

Y empecé a fijarme en otras cosas:

Un niño le contaba a su padre orgulloso cuanto había nadado mientras éste secaba su pelo, dos amigos charlaban tranquilamente y reían por algún chiste, un chico ayudaba a una señora mayor a salir con esfuerzo de la piscina, una chica le prestaba sus gafas de buceo a una amiga que las había olvidado, ...

La vida no es blanca, ni negra, ni gris siquiera. 

Es toda una infinita paleta de colores.

Todo depende de los ojos con los que la mires.





miércoles, 22 de abril de 2009

En la esquina del olvido

En la esquina del olvido
asienta el tiempo
y remansan penas.
Invisibles cadenas
tras un fiel cerbero
condenado y proscrito.

En la esquina del olvido 
también reposa él.
Mudo, cojo y tuerto.
Sordo olor a vino
que ignora su mecenas,
camello y drogadicto.

En la esquina del olvido 
la música despliega
alas entre el gentío.
Frente a corazones esquivos,
cerebros invernales
y aséptico consumismo.

En la esquina del olvido
brilla un sol deslucido.
Faro de Alejandría.
Llave y candado.
Azul y rojo enlazados.
Sirenas cantan: ¡Policía!

En la esquina del olvido
todo tiene cabida.
Es, será y ha sido.
Almas marcadas de por vida,
al destierro destinadas,
a la cara escupidas.

En la esquina del olvido
reza en metal bruñido:
"Avenida del dolor".
Y cuarenta noches
navegando y perdido
he probado su sabor.

Ahora la esquina soy yo.

sábado, 18 de abril de 2009

Tan despacio

Hace ya tiempo...



Tan despacio: 

Son mis lagos de locura 
y me sumerjo 
pasan días sin un cambio, 
ni recuerdos 
paso a paso 
se diluye 
mi presente 
mi reflejo se divierte, 
asiente. 

mi tortura es el silencio 
aunque grite 
mientras tiemblo 
consagrándome 
a mi templo. 
Es temprano para el sueño 
y muy tarde para cuentos. 


se estremece el viento 
crujen ramas 
árbol incierto 
en que recuesto 
mi cabeza cansada 
repleta de palabras 
que descargan balas 
en el fondo 
de mi cara. 

Y se va la vida, 
el futuro se me escapa 
abate sus alas. 
Mi sonrisa es furtiva 
como es tu alma, amiga. 
Mejor callo que hablar 
sin decir nada 
pues el cantar es etéreo 
como sol de la mañana. 


Despacio, todo va despacio 
y se para el tiempo 
observando mi pasado 
entreveo mis victorias 
y fracasos. 
y pensar que piensas 
que no pienso 
el decirte 
que te quiero. 
sin decirlo espero 
por creer que si hiero 
caerá mi mundo entero. 

Con los pies desnudos 
y la cara junto al suelo 
de rodillas desespero 
por no verte si en deseos 
te destrozo los dos labios 
entre besos dislocados 
sin romperlos 
que te rompas 
sonriendo 
muy despacio. 

Tan despacio...

viernes, 17 de abril de 2009

Capítulo 7: Maenam


... Madrugada. Alguien se sienta en un sillón, la gente baila a su alrededor de forma frenética. Una luz le destella. Se encuentra exhausto...

... una persona se le acerca, lo agarra y empuja, le recrimina, no entiende...

... se escucha un grito... las luces se difuminan...

... un gato negro cruza la habitación, dos ojos amarillos relucen en la penumbra, otro gato famélico sigue sus pasos...

... frente a él un muro. Ramas, flores blancas se abren paso a través de los ladrillos desmoronándose...

... una hora... el agua comienza a fluir... una hora... una hora...


¡DESPIERTA!

miércoles, 15 de abril de 2009

Capítulo 6: A song for...



5 meses antes...


Beep... beep.... beep... beep...

Una opresión en el pecho.

- ¿Diga?

- ¿Tío? ¿Qué haces un sábado dormido a las ocho de la tarde? Mira que eres raro... Bueno chaval, te llamaba para decirte que hemos quedado todos para tomar algo esta noche.

- Joder vaya puto susto... ¿Quiénes vais?

- ¿Cómo que quiénes? Pues todos, ¡quiénes van a ser!, tus amigos de toda la vida.

Silencio.

- Bueno, lo dicho, a las once donde siempre. Anímate joder, que va a estar bien. Además, Ariadna ha llamado a una amiga suya para que venga. Así que arréglate, que vas siempre hecho un pordiosero.

Silencio.

- Nos vemos ¿vale? Hasta luego.

- Adios.

Otro beep, ahora el de la línea interrumpida. 

- Un día de estos mando el móvil a la puta mierda... Me despierta y encima me pone de pordiosero, hay que joderse...

La ventana y la puerta cerradas, la persiana desplomada dejando pasar rendijas de luz, un ambiente semioscuro cargado de olor y sudor. Ese despertar tan extraño en el que no se sabe si se está soñando o en vigilia, vivo o muerto.

Fue al baño refunfuñando y se plantó frente al espejo.

Lo cierto es que no tenía buena cara. Las ojeras, la barba dejada, el pelo enmarañado. 

Cada vez más delgado.

Desde que...

Se metió en la ducha. Minutos de paz. Vuelta a la realidad.

El armario aún más vacío que las paredes de su habitación.
Los mismos vaqueros rotos de siempre, cualquier camiseta, zapatillas de hace unos años.

Total, ¿acaso marca la diferencia arreglarse más o menos?¿Vestirse de tal o cual manera? ¿De verdad alguien le presta atención a estas cosas? 

No podía dejar de pensar en eso mientras preparaba la cena: algo de pasta, manzana, nueces, orégano. Suave. La llamada le había quitado el poco hambre del que la falta de sueño le privaba casi totalmente.

No le apetecía salir. Y mucho menos tener que entablar conversación con una desconocida, con la que Ariadna, como no, había quedado con la intención de que congeniasen.

- ¡Vaya!  ¡Al final has venido! Si te soy sincero no pensaba que fueses a aparecer - dijo Marc.

- Pues aquí estoy, ya ves...

- No es para tanto ¿verdad? - dijo Edie sonriendo.

- Pues no sé que decirte, sinceramente.

- Un poco más de espíritu ¿no? Venga, te invito a la primera. 

El mismo bar de siempre. La misma gente, la misma sonrisa falsa de la camarera al pedir la misma pinta de cerveza. El mismo cambio, las mismas caras sentadas frente a él con disimulada preocupación. La misma conversación banal de siempre: el último reality show donde gilipollas se dedican a hacer de si mismos, trabajo, fútbol, compras, trabajo, otro chinchorreo, trabajo, etc. Todo igual.

Excepto la desconocida, sentada entre Ariadna y Marc. Nora o Norma, no había entendido bien su nombre, no hablaba, simplemente se dedicaba a mirar y sonreir. Le sonaba de algo, quizá fuese de esas caras que se reconocen en muchas personas. Rasgos comunes y ese tipo de historias.

La conversación se había convertido en una pequeña discusión en la que Marc y Ariadna se habían enzarzado alzando la voz más de lo normal. Todo el bar estaba pendiente de ellos. 

Había notado que sus piernas, ya de por si inquietas, habían acelerado su ritmo incansable, el tamborileo de sus dedos sobre la mesa era más evidente, incluso estaba sudando aunque la calefacción del bar no estaba encendida.

No sabía que le pasaba. Lo único que podía ver era a la desconocida sonriéndole.

Visión borrosa, una dolor machacante en la sien acrecentado por el ruido de la conversación.

Ella mirándole.

Naúseas. Comenzaba a marearse.

¿Qué había cambiado?

¿La cena? No, no estaba en mal estado.

¿El ruido? No era para tanto.

El calor era asfixiante.

Seguía mirándole, ahora con preocupación en su semi-conocido rostro.

¿Ella?

¡Ella!

Si, era ella.  Tenía que ser ella. Ella era la variante dentro de lo habitual.

Ella le incomodaba.

Y no sabía por qué.
  


lunes, 13 de abril de 2009

Capítulo 5: Hurt



Acababa de despertar.

Sus ancianas rodillas crujieron al flexionarse para ponerse en pie. Hacía mucho que se había acostumbrado a ese lastre, a ese dolor punzante que lo aquejaba desde varios años atrás.
No había opuesto resistencia al avance de su artrosis, ni siquiera seguía el tratamiento que su médico le había aconsejado.

Simplemente lo había aceptado con estoicidad, como tantas cosas en su vida. Era una cicatriz más en su castigado pero aún vigoroso cuerpo.

Tras rehacer la cama y dejar la cafetera en marcha preparando su café solo, como hacía todos los días con puntualidad británica, salió a la cubierta del barco.

Cada cierto tiempo, cada vez se convertía en algo más frecuente, dejaba la ciudad en la que había nacido, vivido y casi muerto, para regalarse unos días en el mar, aislado. Donde todos los fantasmas se hunden en las profundidades por el peso de la cadena y la bola de metal que arrastran.

Aún así los pensamientos y reflexiones seguían acudiendo a su mente, no con carácter negativo o positivo, sino neutros, con la sabiduría de quien lo ha visto pasar practicamente todo por delante suya en la vida.

Como en ese momento, en la cubierta de su velero con la mirada clavada en la playa, donde probablemente algún joven estuviese practicando su carrera diaria junto a la orilla. 

Hacía tanto tiempo que había olvidado qué era correr...

miércoles, 8 de abril de 2009

You Are Stellar


El aire escapa

Unos milímetros, 
algo tan minúsculo. 
Difícil de creer, 
pero cierto. 

Curva infinitesimal, 
que apenas existe. 
Que se diluye 
en verde mar. 

Tan tenue minucia... 
para muchos oculta 
sin esconderse. 
Te asfixia. 

Golpea directa, 
a los pulmones. 
El aire escapa 
y lo atrapa. 

Lo devuelve, 
lo refleja 
lo engrandece. 
Sólo ella. 

martes, 31 de marzo de 2009

Hoy me faltan versos

Hoy no hablo con palabras desgastadas.
No menciono rosas ni marfil. 
Ni comparo juncos con piernas delgadas,
ni nombro la miel al cabellos describir.

Ni fresas para los labios, aturdidores del sentido. 
Ni el sol para la mirada, ni estrellas,
o quizá la luna siquiera.
No hablaré sobre lunares escondidos.

Hoy podría hablar con cien adjetivos,
muchos conocidos,  inventados algunos.
¿Cual sería su uso?

Hoy me faltan los versos,  no hay otra realidad:
todos serían eclipsados, 
por un mar siempre en calma, 
que me ha inundado.

Mirada. 

Sonrisa.

Y alma.

lunes, 30 de marzo de 2009

¿Por qué?

¿Por qué callas si te explota la mirada?
¿Por qué este desierto se ha cubierto
de verde y espinas doradas?

¿Cómo ignorar que volvemos a chocar,
como siempre, al compás del sonido?
¿Cómo mentir si sonrío?

Si sentimos el impacto de la noche
en nuestros labios mudos y fríos,
si te beso como un crío.

¿Por qué callo si quiero gritarte?
¿Por escuchar mi pregunta incierta?
¿O es por este miedo?

¿Y si temo romper este fino hielo,
que atraviesa mi descanso
y protege mi destino

por qué nombrar al olvido?
Si sigo robando silencios.
Si siempre he sentido.

lunes, 23 de marzo de 2009

Alas de plata

He visto lunas arder entre suspiros,
rocas deshechas, bosques encendidos.
El rumor de la ciudad en llamas
crepitando, contorsión inflamada.

He visto al agua aplastar toneladas
de mil planetas sumergidos.
La tormenta arrancar nidos
de ramas anegadas, torrentes.

He visto resquebrajar continentes
elevarse huracanes y tornados
para descender destrozando
las luces resplandecientes.

He visto la tierra abierta, en canal,
Sangre brotar, savia, maná.
Laderas de montañas agrietadas.
Trigo, vino y madera astillada.

He visto lluvias de fuego y reyes
He visto polvo y alas de plata.

Inspirado en The Alchemy Index - Thrice

miércoles, 18 de marzo de 2009

Un año a la espalda

Olor a tierra mojada
que se le clava, 
cada gota de agua
en su faz impacta.

Paso lene en un manto
de sal, encadenado
al eterno desencanto
de su eterno pasado.

Cada brizna de sol
remueve su mente,
despierta el dolor.
Recuerda, no siente.

Se cruza un alma
y crece la sensación.
Un año a la espalda
y un nuevo corazón.

martes, 17 de marzo de 2009

Nuestro primer charco

"Se alza a la entrada de la ciudad, como un cartel de bienvenida, como una excusa para poder mirar hacia arriba, como un punto de luz infinito que recorre su cielo, como un puente capaz de unir dos mundos que bajo su silueta permanecen invisiblemente separados.

Las siete esencias de la existencia, visitan la ciudad no muy a menudo y durante unos escasos minutos. Ya no resultan mágicas para muchos. Se han convertido en una teoría.

Nuestra curiosidad, invencible por naturaleza, sin intención de hacer daño, reduce nuestra felicidad, convierte los sueños en máscaras, convierte las luces en números , convierte las sonrisas en músculos.

Con los años, desde que existe el tiempo, la ignorancia ha ido disminuyendo, y tan sólo se nos otorga en forma de regalo durante nuestra infancia. Poco a poco convertiremos ese regalo, esa ilusión, en un millón de preguntas, para las cuales ya existen millones de respuestas.

Y nos sentimos orgullosos por no creer en fantasías, en mundos paralelos capaces de justificar nuestra existencia más allá de nuestros sentidos.

Que lejos queda nuestro primer charco, nuestro primer espejo, nuestro primer cielo estrellado, aquel ratón invisible, nuestro primer arcoiris.
Es tiempo de condensación, de reflexión, de telescopios, de dientes rotos, de teorías"

sábado, 14 de marzo de 2009

Capítulo 4: Here in my room





Aún le costaba dormir, no lograba dejarse llevar de la mano de Hipnos para adentrarse en confusos mundos de colores entremezclados, como en la paleta de un pintor.

Pero algo había cambiado.

Seguía sin dormir pero pasaba las horas haciendo algo mucho mejor, algo que le reconfortaba.

Noa, así se llamaba ella, reposaba su cabeza sobre el torso de él. Éste se movía al unísono con la respiración, acompasada, superficial y totalmente en calma, de ella.

Lejos de resultarle una postura incómoda disfrutaba de esas horas. 

Pasaba los minutos buscando los lunares escondidos de Noa, se asombraba cuando apretaba los labios si su sueño no era agradable, sonreía a la par que ella cuando era feliz, la abrazaba si temblaba.

Y aunque sus ojos no eran azules él veía océanos en ellos.

Esos ojos, los de ella, que estaban ahora cerrados a un palmo de su cara.

De repente, rompiendo ese sueño que vivía despierto notó la luz que entraba  a través de la ventana impactando contra la pared blanca de su cuarto.

Miró con desgana el despertador.

7:07.

Cada vez prestaba menos atención a la hora. No llevaba reloj, hacía un tiempo que el móvil había quedado recluido a una caja de zapatos bajo la cama. 

Apartando suavemente a Noa para no despertarla bajó de la cama, dejando caer primero un leve beso en la piel de su cadera. Notó el suelo en sus pies desnudos. Le agradaba ese contacto frío, como el del mármol en verano. 

Refrescante.

Igual que la fruta que colgaba de un cesto en su humilde cocina.

Noa seguía dormida. 

Todavía tenía tiempo para correr por la playa como cada mañana a escasos metros de su pequeña casa.

Antes de salir hizo una macedonia con la fruta del cesto: melocotones, peras, platanos, frambuesas, moras; troceados e inmersos en su propio zumo y la dejó preparada en un cuenco blanco, una mezcla de colores y olores embriagadores, en la mesita del cuarto, para ella.

Salió a correr con el viento de cara, con los pies tocando la marea que iba reblandeciendo la arena de la playa, haciendo algo más fácil la carrera. Desde que había dejado de fumar le costaba menos correr. Lo que antes era una obligación puramente por salud ahora se había convertido en un hobby sin el que no podía pasar, una droga que liberaba millones de endorfinas en torrentes a su sangre.

Un pequeño velero con bandera blanca destacaba a unos 15 kilómetros fundiéndose con el sol rojizo emergente en la línea del horizonte. Un sol ligado al amanecer.

Media hora más tarde llegaba sudando a la puerta de la casa junto al mar. 

La puerta estaba abierta. 

Recordaba haberla cerrado antes de irse, aunque no estaba cien por cien seguro. Lo más probable es que Noa se hubiese despertado ya - pensó.

Atravesó el umbral de la puerta de su dormitorio, ahora inundado por la luz. Y también por el sonido de una canción:

"... como cuando saltábamos los charcos 
y nos salpicábamos 
todo era mágico 
si estabas sólo mirando ..."


La vio sentada en la cama con el cuenco vacío entre sus piernas, la cuchara en la boca, saboreando el poco zumo que quedaba en ella, y un lienzo entre sus manos.

Uno de sus lienzos.

- Hola preciosa.

- ¡Hola! - dijo Noa con una sonrisa - Oye, me ha despertado un ruido bajo la cama y no he podido evitar mirar. Era tu móvil. Por cierto, ¿qué hace en una caja de zapatos? Bueno, es igual.
El caso es que al mirar bajo la cama para averiguar que era he visto estos cuadros - a parte del lienzo que sujetaba Noa había otros apoyados contra la pared.

- Ah, los cuadros...

- ¡Si! ¿Por qué nunca me habías dicho nada? Son tuyos ¿no?

- Si, bueno... verás, son de hace mucho tiempo, tampoco tiene mucha importancia...

- ¡Pues a mi me parecen geniales!

- Bah, no son para tanto. Lo que pasa es que todo te parece siempre genial - dijo él soltando una carcajada.

Ella se puso de pie dejando el cuadro en la cama, el cuenco en la mesita y la cuchara aún en la boca.

- Anda, ¡no te burles de mi! - dijo mientras le dio un pequeño empujón - Y no seas tonto, son increíbles.

- Y a mi me parece bien que lo creas - dijo con voz irónica.

Otro empujón, un abrazo, una caricia, luz en toda la habitación, una canción de fondo,  un mar asoma por la ventana, dos océanos en los ojos de ella, una cuchara cae al suelo.

Un beso con sabor a frutas.





Saltando en charcos


viernes, 13 de marzo de 2009

La playa


Si adios no es otro gesto.
Otro encuentro, uno más.
Despierto.

Si es una entre ciento.
Escalofrío nace y muere.
Invento.

Se cuela a gatas.
De mi piel extraña.
Espero.

Es tierra mojada.
Respiro, me sacia.

Arena.

La playa.





miércoles, 11 de marzo de 2009

Tiempo

Todo tiene que ser más rápido, más grande, más práctico, útil y eficiente.

Lo más, vamos.

Estar atrapado en un coche durante un atasco te regala mucho tiempo para pensar.
Y más aún si ves pasar entre dos filas de automóviles a un energúmeno que no merece el sobrenombre de "sapiens", sin casco, por supuesto, y a todo meter.

Y te hace reflexionar sobre la necesidad que tendrá de jugarse su suerte a que a alguien le pique un huevo ese día y abra la puerta de su coche en ese momento o le dé por cambiar de carril.

Tendría prisa, se puede suponer. 

Puede que tenga miles de cosas que hacer y tenga que abogar por la funcionalidad y lo práctico para que le dé tiempo a todo.

Todo tiene que ser práctico, y por tanto útil, más rápido, más grande, para poder disfrutar de la vida en todo su esplendor.

Así tienes teléfonos móviles con sms, mms,  mpx, jpeg, bmp, mpeg, wifi, 3G, mp3,  y todas las abreviaturas (hasta para eso hay que ser práctico y eficiente) que quieras para las innumerables patochadas que te intentan endilgar en un teléfono portátil, a los que sólo le falta que te hagan un risotto mientras te limpian el ojete con papel higiénico aromatizado a las finas hierbas del monte de San Crispín.

Y oye, yo sólo quiero llamar y que me llamen.

Robots de cocina que te preparan todos los tipos de comida imaginables, de una calidad cuestionable, para que no te tengas que preocupar de utilizar tus propias manos ni siquiera para algo tan básico como alimentarte. Ni de cocinar para alguien a quien aprecias, una de las cosas más gratificantes que puede existir. ¡Pero no hay tiempo!

Reproductores de música en los que almacenar miles de canciones a las que ni le vas a buscar el sentido. Coches con la mayor velocidad máxima, a ser posible estratosférica, y no hablemos de caballos, mejor guepardos, para llegar cuanto antes al destino. No vaya a ser que nos despistemos con el paisaje.

Ascensores (mal llamados por cierto, porque tanto suben como bajan) que deberían ser montacargas pero en cambio nos evitan el "suplicio" de subir unas míseras escaleras. Por favor, no nos herniemos. 

Hay que tener la conexión más rápida a internet, cuantos más megas mejor. 

"¿Oiga?" Si, mire, quería contratar los veinte de gigas de conexión de Cagafónica"

"De acuerdo. ¿En que zona vive usted?"

"En Burguillos de Alpedrete"

"Ah, pues verá, es que allí no hay infraestructura para que llegue tanto ancho de banda"

"¿Cómo? ¡Bah! ¡Es igual! Apúnteme a lo de los veinte gigas. ¡Qué hay que estar a la última!¿No sabe usted?"

¿Las películas? No más de cien minutos que si no se hacen muy pesadas, aunque claro, siempre es mejor que dure tres horas a tener que leer el libro. 

Y si hay que leer el libro me lo pone de bolsillo. Gracias.

Las dietas tienen que ser express (como el café). Hay que ponerse a tono para lucir tipito en verano en la playa de moda del sur peninsular. Y a la salud que le den viento fresco.

Los noticiarios resumidos, y los titulares bien grandes. La letra pequeña que se la guarden para los contratos en los que ni siquiera nos dignamos a leerla.

Y yo me pregunto:

¿Qué tendrá que hacer la gente que necesita de tanto tiempo?

Aquí viene lo mejor de todo, el summun: en hacer nada para ellos mismos.














 

martes, 10 de marzo de 2009

Siete días


Siete días sin cambios, siete.
Desisto del rito no escrito,
destapo el mito a gritos
porque son siete sin verte.

No es fácil ser Ulises.
Este barco no hace escalas,
ni me cantan las sirenas,
ninguna isla espera.

Siete pasando a mi lado
sin rozarme siquiera,
primero gloria y luego pena.
Siete días y un año.

Y el agua no logra borrar
(y lo ha intentado)
tu huella descomunal,
mar de sal.


domingo, 8 de marzo de 2009

Verde



Verde, verde esperanza, 
verano de contrastes 
y angustiosa espera.
De kilómetros y carretera.

Todo empezó verde,
no de otra manera, 
pues todo verde
de ingenuidad se alimenta.

Te tornaste inexplicable
pues tus rayos divergían
buscando infinitas dianas.
Retos a tu puntería.

Verde volviste,
más un brillo parecía
que iluminaba tus ojos,
de sueños y alegría.

Verde, verde mentira...
¡Qué si no sería!
Para este alma triste
verde llegaste y verde partiste.



miércoles, 4 de marzo de 2009

Multiplicación

Al margen de "La insoportable levedad del ser", famosísimo libro del escritor checo Milan Kundera,  su obra "La inmortalidad" es una de las mejores que he tenido ocasión de leer en lo que llevo de vida. Es más, ha conseguido ocupar un espacio permanente en el cabecero de la cama. Cosa que no ocurre frecuentemente.

¿A qué viene hablar de "La inmortalidad"?

Me explico. 

En esta novela atípica Kundera expone, entre otras ideas, su teoría de la suma y la resta en cuanto a la forma de denifir la unicidad del yo. Para ello utiliza a dos personajes principales en la historia, hermanas para más inri, Laura y Agnes.

Laura ejemplifica la suma, esto es, para que su yo, su identidad, sea más visible y voluminosa le va añadiendo atributos procurando identificarse con ellos. Sin embargo, al ir sumando elementos externos se corre el riesgo de perder la autenticidad, la esencia, oculta debajo de tanto abigarramiento.

Agnes es el polo contrario, es decir,  resta a su yo todo lo que es externo y prestado, para aproximarse a su pura esencia. En su caso el problema radica en quedarse a cero, exento de esa unicidad.

Bien. Soltado este rollo metafísico ahora va mi teoría.

Ni sumas ni restas, de lo que se trata es de multiplicar.

Tiene su sentido.

Kundera, también en "La inmortalidad" expone que hay una cantidad limitada de gestos para una cantidad ilimitada de personas.

En esto estoy acuerdo. Pero este hecho sugiere más suposiciones.

No sólo hay gestos limitados (sólo hay que fijarse en como la sonrisa de una persona nos recuerda a la de alguien conocido, la manera de mirar, la forma de ceder el paso ante una puerta, etc), también hay ideas limitadas, pensamientos limitados, sentimientos, sensaciones, formas de dar la mano, de besar, de abrazar, incluso problemas de la vida diaria, y una lista infinita de situaciones que son limitadas. 

Es decir, son comunes para un gran número de personas.

Son acciones que se transmiten desde el nacimiento, gestos de los padres a los hijos, por relaciones interpersonales e incluso por la cultura y la sociedad. De repente te descubres saludando a un amigo de la misma forma que lo hace tu padre o tu hermano.

Todos hemos caido enfermos, hemos perdido a alguien cercano, nos hemos enamorado, desenamorado, reido y llorado. Cada uno a su manera, por supuesto, pero la base es la misma.
Sin ir más lejos, todas las formas de arte surgen de la misma necesidad de expresar lo que atañe al alma.

Y sin embargo cada vez nos separamos más, buscamos nuestra identidad, la autenticidad, la unicidad, sin darnos cuenta de que hay más cosas que nos unen de las que nos diferencian.

No es necesario buscar hechos diferenciales para descubrir tu yo, no hay que escuchar otra música, vestir otra ropa, ver otras películas o leer otros libros. 

La clave de la personalidad, de la esencia del yo está en esa multiplicidad de gestos, pensamientos, sentimientos y acciones compartidos con el resto del mundo, pero conjugados de una forma totalmente única en cada individuo. 

Cada persona es única e irrepetible y al mismo tiempo está completamente relacionada con el resto. 

Únicos y multidimensionales.

El problema llega ahora.

Aquel que no quiere ver, que no interioriza lo que es acaba diluido en la masa como una persona anónima y frustrado. Cuando en realidad todos están con él.

El que cree que es único y diferente también se frustra al sentirse completamente solo pues no se da cuenta de quien está rodeado. De gente como él.

Ni suma ni resta. 

Multiplicación, esa es la clave.

 







lunes, 2 de marzo de 2009

Entre arroyos y encinas

Entre arroyos y encinas

Querer romper clichés, 
no ser estratega
de palabras y barreras.
Acariciar las hojas 
donde las aves rezan.

Las manos en la arena 
enterradas.
El horizonte se alinea
con la lluvia y la estela
de una barca.

No adivinar techo 
y el suelo ante los pies,
descansar en mi lecho, 
reconstruir luz y sonido
a una vez.

Atravesar opacidades 
paseando sin pensar
entre arroyos y encinas
transparente, 
como agua en paz.

Los nudos serán motivos 
deshechos entre brisas
tras boyar por este río
a la corriente entregado.

De la risa al llanto 
y del llanto a la sonrisa.


domingo, 1 de marzo de 2009

In silence


Capítulo 3: Division Street



6 meses antes...    

 La habitación se encontraba silenciosa. Una ventana completamente abierta.

A través suya se deslizaban diminutas gotas de lluvia, presagio de la tormenta que habría de desatarse más tarde.


 El despertador acababa de sonar.


 Nunca le había costado mucho despertarse, no rezongaba, no retrasaba la alarma para ganar unos minutos de descanso más. Nunca lo hacía porque durante el sueño la realidad se le echaba encima como si fuese un depredador famélico.

 

No descansaba, por eso mismo también le costaba conciliar el sueño, por eso posponía el momento de sumergirse entre las sábanas.

Habían pasado varios años, había perdido la cuenta, y no conseguía desprenderse de esa sensación.

 

Por eso también tenía esa mirada glauca, tan característica, ahora fija en los nubarrones que se alzaban en el horizonte. Quizá intentando atravesarlos y atisbar la luz que con toda seguridad empujaba desde atrás abriéndose paso en todo su esplendor.

 

Reflexionar no iba con él, es más, intentaba alejar cualquier pensamiento de su cerebro para adentrarse en una rutina inmersa en la práctica. Por utilizar un símil, era como una cadena de montaje cuya cinta nunca se atascaba.

Sin un respiro para darle cancha a los sentimientos.

 

Café sólo.

 

Cigarro.

 

Carrera matutina.

 

Ducha.

 

Atasco.

 

Trabajo.

 

Cigarro.

 

Atasco.

 

Comida.

 

Trabajo.

 

Cena.

 

Cigarro.

 

Lectura.

 

Cama.

 

 

 

Y vuelta a empezar frente a la misma ventana.

 

Ni escuchaba las noticias ni leía los periódicos, hacía tiempo que se había negado su ración de mentiras y falacias. Era un asceta de la palabra hasta el punto de hablar sólo cuando era estrictamente necesario para relacionarse con su entorno.

 

Le resultaba mucho más interesante observar que participar de una sociedad que cada vez se asemejaba más a la antítesis de Dorian Gray. Una posición imparcial y absolutamente objetiva, inocua, amoral, una postura que evitaba el daño.

 

Su mente estaba tan anestesiada que el tiempo fluía en su vida sin hacer mella.

 

Sin embargo lo veía todo con claridad.

 

Con la mirada del soldado que ha visto pasar las miserias y la muerte de la guerra por delante de sus propios ojos, polimorfa pero atemporal. Una mirada llena de certeza y vacía de esperanza.

 

Una mirada insondable, gris como el cielo que se descubría ante la ventana de su solitario dormitorio.  

   

Una canción resonaba contra las paredes de la habitación: 

... a needle dragged across a record slowing down

along Division St. the lights were dying out ... 

sábado, 28 de febrero de 2009

Capítulo 2: Blood Bank




Caída de telón.

 

O así le hubiese gustado a él para no tener que presenciar esos horribles créditos, en los que resaltaba la función de cada participante para que las familias se enorgulleciesen de unas letras monocromas deslizándose por la pantalla. Con una canción de fondo del grupo de rock que copaba las listas de éxito en ese momento intentando resumir vagamente las dos horas de filme.

 

Conforme su vista se fue habituando al cambio de intensidad de la luz fue observando a la gente salir por la puerta situada en la esquina, en un rincón oscuro, como si no quisiese molestar.

 

Había de todo: carcajadas en grupo, una chica secándose las lágrimas y estrangulando su nariz con gran sonoridad, una pareja caminando separada por varios pasos con gesto serio, ella delante, …

 

Nadie parecía reflexionar sobre los ciento veinte minutos de imagen y sonido que acababan de contemplar. Ciento veinte minutos olvidados en un segundo. Siempre era así.

 

La claridad y la oscuridad se entremezclaron al cruzar por debajo de la puerta en un difuso crepúsculo. En ese momento fue de nuevo consciente de su compañía.

 

La miró primero con cara ausente para después describir una sonrisa, con los ojos fijos en los suyos al mismo tiempo que deslizaba su brazo derecho por la cintura de ella atrayéndola hacia si. Ella deslizó automáticamente su mano izquierda buscando entrelazar los dedos de la mano que la aferraban hacia él.

 

- ¿Qué te ha parecido? – le dijo, atrayéndola aún más.

 

Ella hizo un gesto contrariado, nunca expresaba con palabras sus disgustos en un intento de agradarle y hacerle feliz, pero su cara siempre le traicionaba.

 

- Bueno, no ha estado mal ... - dejó caer las palabras con lentitud, casi de forma premeditada.

 

- ¿Qué es lo que no te ha gustado? – inquirió el.

 

- Pues el final... El protagonista. Durante toda la película parece tan ejemplar... y acaba de forma tan cobarde. No lo sé, una desilusión supongo.

 

- Pues yo pienso que es una forma bastante poética de morir, de dejarlo todo atrás, de reafirmar tu persona hasta la muerte,... Algo heroico.

 

Como un resorte ella le golpeó con el codo libre en el costado:

 

- ¡No digas eso!

 

Lo dijo con un brillo en sus ojos, un vitalismo exacerbado. Esa cara tan adorable de niña refunfuñando ante la que sólo podía responder con una carcajada que hacía que las facciones de ella se agudizasen aún más.

 

- ¡Hey! Cuidado boxeadora, jaja.

 

Se despegó un poco de ella para abrirle la puerta del coche, no sin antes acariciarle con suavidad la línea de la mandíbula hasta llegar al mentón y deslizarle un beso breve en los labios.

 

 

 

Dentro del coche.

 

Era como un mundo paralelo a tres minutos de la puerta del cine. Era increíble el paso de estar completamente rodeado de gente a sentir tal soledad y quietud por el mero hecho de entrar en aquel automóvil. Esa sensación le reconfortaba. Antes de arrancar el ruidoso motor de la cascarria de automóvil que conducía se detuvo a mirar la cara de ella.

 

Nunca había creído en el concepto de la belleza, o al menos no le había prestado atención. Siempre se había considerado indiferente hacia el aspecto exterior de la gente. No estaba en la superficie corporal de las personas lo que él buscaba.

 

Es más, en ocasiones la belleza le parecía un auténtico estorbo, una distracción a los sentidos, algo afuncional, un mero afeite excesivamente recargado. Él mismo nunca era consciente de su propio cuerpo, sólo existía delante de un espejo, el resto del tiempo no era más que carne y huesos con los que tenía que cargar.

 

Sin embargo él sabía que resultaba atractivo. No lo comprendía, puesto que no consideraba que su cara, su cuerpo, cumpliesen los cánones de belleza impuestos culturalmente. Aun más, le irritaba el conocimiento de ese hecho. Le molestaban esas miradas al pasar por delante de un grupo de chicas que se ruborizaban cual quinceañeras a su paso, que se callaban y seguían perfectamente la trayectoria de sus pasos. Era denigrante, para ellas y para él.

 

No lo comprendía hasta hace relativamente poco.

 

Ella.

 

No siempre había sido así. En realidad, al principio, al poco de conocerla, y por su tendencia a olvidarse de lo externo, no cayó en la cuenta.

 

Hasta que eso cambió. Sin saber por qué y sin estar revestida la situación de ningún halo de importancia o trascendencia la miró. La vio en sus propias narices.

 

Era embriagadora para todos los sentidos, de una forma incluso hiriente. Era como si la vista, el olfato, el oído y el tacto se hubiesen sobrecargado y vuelto adictos a esos gestos, a ese olor, su voz y su piel.

No es que todo desapareciese a su alrededor y fuese el único punto brillante de la habitación. No era así. Más bien ella reflejaba toda la bondad, todo lo bello que tuviese a su alcance magnificándolo, como un sol que hace brillar el agua cristalina de un río con sus rayos de luz. Convirtiéndose en el eje principal en varios metros a la redonda.

 

Y así la veía sentada en el coche, transformando su gesto de niña en una sonrisa seductora.

 

Ella era la excepción.